jueves, 24 de mayo de 2012

DISERTACIÓN FILOSÓFICA: ¿Podemos cambiar?

Las personas, por naturaleza, sufrimos cambios a lo largo de nuestra vida. Cambios  que hacen que nuestra forma de ser sea de una manera u otra. Cambios que pueden ser la causa de la formación de cada una de nuestras personalidades. Cambios y más cambios toda la vida. Pero, ¿En realidad podemos cambiar totalmente? ¿Puedo llegar ha convertirme o transformarme en otro que no soy?  ¿Podemos transformar o modificar nuestros aspectos que nos identifican por otros totalmente diferentes?
La vida de cada uno está repleta de experiencias, y a su vez estas experiencias hacen que cada persona sea diferente. Estos hábitos/costumbres que posee cada individuo definen nuestra forma de ser, es decir, crean la llamada “personalidad”. La personalidad es la diferencia individual que constituye a cada persona y la distingue de otra, es decir, nuestra marca, el único signo que poseemos que es individual. Parece que todos nacemos  y morimos con un tipo de personalidad ya establecida, que nos acompaña en el desarrollo de nuestra existencia, y de la cual no nos podemos separar, porque forma parte de nosotros. Pero, ¿De verdad nacemos con la personalidad ya constituida? ¿Nuestro alrededor no influye en esa formación? ¿No podemos desviar nuestra personalidad porque tenemos miedo a no ser quien somos?
A veces es difícil, pero los cambios nos invaden. Vivir en una sociedad tan cambiante como la actual es complicado, y más si hablamos de personalidad,  donde la gente es muy sensible y se dejar guiar por lo demás. Todos cambiamos, está claro, pero unos más que otros; y a veces estos cambios pueden provocar que la persona con la que tenías una buena amistad, ahora sea uno más del montón, de los que cambian y no se acuerdan de lo vivido en el pasado. Aquí podemos incluir la frase “olvidar lo que tenemos instalado”, es decir, borrón y cuenta nueva. Algunas personas se piensan que cambiar de personalidad es cambiar de todo, la forma de ser, de actuar ante determinadas situaciones, es decir, ser otro. Algunos estamos muy equivocados porque “cambiar” no conlleva “olvidar”.
Un claro ejemplo que me ayudaría a aclararos mi problema  lo vi en la película “Mejor…Imposible”. Trata sobre un hombre un tanto antipático, desagradable e intratable ante el resto de la humanidad. Le encanta ofender, molestar, rechazar y herir a la gente  que le rodea. Su personalidad es un tanto peculiar, lo que hace que no tenga ningún tipo de amistad. Al final de la película, gracias al vecino de enfrente, consigue que contraiga matrimonio con la mujer de sus sueños, la  cual no soportaba su forma de ser. El protagonista consigue sustituir su antigua forma de ser por otra totalmente distinta, y lo mejor de todo, sin la necesidad de cambiar lo que es, es decir, sin transformar esa imagen de típico hombre al que le gustaba sentarse a tocar el piano y escribir novelas.
Nuestro entorno también influye. Desde pequeños hemos sido educados para que nuestra forma de ser fuese como nuestros padres querían, por eso, algunas personas ven casi imposible cambiar lo que toda una vida han ido elaborando, porque sus “raíces” ya están formadas. Leyendo textos sobre el cambio de personalidad me he podido cerciorar que depende mucho de la aceptación de las personas a los cambios, de la forma de afrontarlos y de ver si esos cambios en tu persona van a hacer que seas mejor o peor ante los demás.
Nadie debe impedirnos nuestra “metamorfosis”, es decir, cada uno cambia porque quiere o porque ve que necesita un giro de 360º en su vida y no ve otra manera para conseguir esta variación que intentar ser otro. Podemos o no cambiar, eso depende de cada uno, pero lo que está bastante claro es que lo que somos no va a cambiar, por mucho que nos empeñemos en ello, porque ya forma parte de nuestra persona y nuestro ser; y porque no puedes ser quien no eres. Tú eres tú, no hay más.
Me gustaría dejaros con la frase de Eduardo Galeano con la cual me he sentido bastante identificado:
“Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”

domingo, 20 de mayo de 2012

¿PODEMOS CAMBIAR CIERTOS RASGOS DE NUESTRA PERSONALIDAD?


- Yo es que soy muy testarudo. Siempre pretendo llevar la razón – me dijo el usuario después de un largo diálogo.
- ¿Le gusta ser testarudo? – le pregunté entonces.
- No.
- ¿Y por qué no cambia?
- Soy así. Ya no puedo cambiarlo.
Me quedé con esto último: “Soy así. Ya no puedo cambiarlo”.
Al llegar a su destino y salir del taxi me dispuse a desmenuzar aquellas dos frases. Saqué mi taxi-libre-ta y anoté la primera: “Soy así”. En el contexto de la conversación aquella frase no se refería a ningún rasgo físico inalterable (el que es negro, es negro; al que le falta una pierna, le falta una pierna; etc.), sino a un rasgo concreto de su personalidad. No existe, que yo sepa, ningún gen que determine nuestro grado de “testarudez”, sino que lo adquirimos y afianzamos con el paso del tiempo. Así pues, con ese “soy así” me dio a entender que:
a) Se conocía a sí mismo a la perfección, o al menos…:
b) …había asumido ese rasgo de su personalidad como defecto.
c) Se creía incapaz de cambiar dicho rasgo.
En su segunda frase, “Ya no puedo cambiarlo”, hubo algo que llamó poderosamente mi atención. No dijo “Yo no puedo cambiarlo”, o simplemente “No puedo cambiarlo”, sino que usó un “Ya” de inicio. Y en ese “Ya” se encontraba la clave. Se sentía mayor para cambiar de actitud (aunque apenas rondara los 40 años), o bien presuponía que su entorno no alcanzaría a entender o a asumir un cambio por su parte. Si dejara de ser testarudo, por ejemplo, con su mujer, después de 15 años de relación, aquella se escamaría generando un desconcierto difícil de justificar (¿a qué viene un cambio de actitud tras 15 años de constante actitud testaruda?). O pudiera ser que ese “Ya” en realidad dijera que su vida es lineal desde hace tiempo, siempre la misma, sin altibajos, y que no necesita sorprender a nadie mediante cambios o mejoras de actitud por su parte. Quizás se tratara de un hombre derrotado por la rutina, o que ya ha asumido su función en esta vida, con sus virtudes y sus defectos, y no necesita atraer a nadie más que a los que ya le conocen y quieren. No sé. ¿Tú qué opinas?
La vida no es más que esta repugnante experiencia donde la personalidad se rompe.
P.D: Este es un texto que me ha servido para elaborar mi ensayo sobre ¿Podemos cambiar?

domingo, 13 de mayo de 2012

Cambio de planes.

El otro día en clase, mis compañeros me abrieron los ojos sobre la pregunta que elegí al principio del trimestre. La pregunta era "¿Seríamos capaces de modificar nuestros vicios?". Vi que no me sentía totalmente a gusto con ella, por decirlo de otra manera, no me sentía identificado. Preguntando y preguntando parece que llegue a la pregunta definitiva de la cual me gustaría hablar, y es "¿Podemos cambiar?".
Es tan simple como esto. No tiene más. Podemos compararlo como una eterna lucha entre yo y mi personalidad. Es algo que casi nunca llega a conectar, pero ¿Por qué nos cuesta tanto ser otro? o, mejor dicho, ¿Qué necesidad tenemos de cambiar? Estas preguntas encierran una respuesta común: "Todas depende de tí".
He encontrado un texto de Aarón Fernández, un licenciado en Administración de Empresas. Me gustaría que lo leyerías, porque creo que me va a ayudar a la hora de ver como puedo enfocar este problema.
"Es difícil saber hasta qué punto está en nosotros el cambiar nuestras actitudes y nuestro comportamiento en la vida diaria. Lo cierto es que la mayoría de las veces envidiamos conductas del otro y nos agobiamos por no saber como mantener un estado mental en equilibrio, en el que nos sintamos contentos con nuestra personalidad. Entramos en dilema cuando queremos cambiar aspectos de nuestra personalidad y no podemos. Lo anterior, en la mayoría de las veces, realmente es misterioso y complicado, pero no imposible. 
La personalidad, definida como el conjunto de valores, cultura, experiencias en la vida, carácter y temperamento; es modificable y está en cambio y desarrollo constante a largo de nuestra vida. Los cambios más significativos ocurren en la infancia y preadolescencia, pero su desarrollo es un largo proceso que abarca varias facetas a lo largo de la vida y depende de diversas variables que son ajenas a nosotros.
La cultura y la familia son el nido de la personalidad de un ser humano. La cultura delimita muchos de los comportamientos dentro de una sociedad, además de ser el medio por el cual se adquiere la percepción del mundo y la realidad de las cosas. Dentro de ella está la familia, que es el modelo primario de los valores, actitudes y visiones que poseemos y finalmente el que más nos distingue, ya que nacemos con él. 
Lo interesante y la buena noticia es que está comprobado que podemos modificar nuestra personalidad en gran medida. Los científicos afirman que la herencia forma alrededor del 50% del desarrollo de la personalidad y un 50% es forjado y delimitado de acuerdo a nuestro curso durante la vida. 
Por tanto, si no podemos cambiar nuestro entorno ni nuestra herencia, sí está en nuestras manos el influir en nuestra personalidad para ejercer cambios positivos en nuestro carácter. Así como cambios que reflejen comportamientos maduros y que promuevan condiciones sociales donde prevalezca la paz. Heredar a nuestros descendientes una mejor vida; ahí está la evolución humana, en nuestra personalidad y capacidad de modificarla"



Sobre todo, esta pregunta la querría encaminar a si podríamos cambiar nosotros mismos, es decir, nuestra forma de ser, nuestra forma de actuar ante los demás,... Leyendo el texto y varios que he encontrado podríamos decir que depende mucho de la aceptación de las personas a los cambios, de la forma de afrontarlos y de ver si esos cambios en tu persona van a hacer que seas mejor o peor ante los demás.
Supongo que no será fácil, ni tampoco díficil, que lo único que nos queda es recorrer este camino solos para comprobar cada cambio en nuestra personalidad.

domingo, 6 de mayo de 2012

¿Podemos olvidar nuestros vicios?

Olvidar cuesta, y mucho. Podemos olvidar cosas sin importancias que no nos influyan mucho, como los pequeños detalles que no recordamos, o podemos olvidar algo que puede ser esencial o importante para tí. Cumplir la acción de olvidar depende de la seriedad de lo que tengamos en mano. Relacionando esta pregunta con la entrada anterior sobre los vicios, me pregunto ¿Podemos olvidar lo que en un pasado formaba parte de tí? ¿Por qué algunas veces nos cuesta tanto olvidar y otras, en cambio, cuando menos nos demos cuenta, desaparecen de nuestras mentes? ¿Repercutiría en nuestro ánimo ese cambio? ¿Podría llegar a transformarnos en otro "yo"?
En la entrada anterior hablé de si podemos ser capaces de cambiar nuestros hábitos/actitudes que predominaron en nuestro pasado. Saqué en claro que si queremos de verdad olvidar estos hábitos podríamos conseguirlo con esfuerzo y tesón. También que lo más importante es nuestro alrededor, es decir, el ambiente en el que vivimos continuamente, que hace que seamos de una manera u otra. Estas conclusiones las saqué directamente de la película "Mejor...Imposible", sin ver nada ni informarme de lo que de verdad guarda esta pregunta.

Vicios buenos/Vicios malos. Todas las personas tenemos vicios que nos perjudican, no solo al físico y a la salud, sino a la forma de ser, y vicios buenos, que hacen que estemos más "satisfechos" con nosotros mismos.  Pues no, realmente no hay vicios buenos ni vicios malos, ya que un vicio implica algo negativo, una costumbre o un hábito que hace que nos olvidemos de lo realmente importante. Principalmente, se desarrollan los vicios para poder sentirnos bien, de la cual, a lo largo del tiempo, no podemos olvidar fácilmente, lo cual hace que sea dañino para nosotros. Se convierte en "vicio" de verdad cuando abusamos de forma exagerada de ese elemento o de esa acción  que hace que nos enganchemos a ella.
Aquí entramos en "olvidar" lo que durante un periodo de nuestra vida a prevalecido a la hora de elegir lo que queremos hacer. Por ejemplo, el famoso vicio de fumar. Uno empieza a tomar nicotina más 4000 componentes tóxicos a una edad temprana, cuando no se tiene en cuenta las posibles consecuencias que eso conllevaría a lo largo del tiempo. Al principio, el hábito de fumar es ocasionalmente, solo "los fines de semana", en fiestas, etc. Se va convirtiendo en uso, hábito y al final se crea dependencia a esta droga. Y en este momento es cuando nos damos cuenta del daño que nos provoca. Ya no puedes realizar tu día normal sin fumarte, como mínimo, tres cigarros al día. Y viendo esto, ¿Crees que puedes dejar de fumar tan facilmente? Estamos hablando de un vicio que hace que puedas hacer las cosas que una persona no fumadora hace sin esfuerzo. ¿Crees de verdad que puedes dejarlo cuando tu quieras? ¿ Puedes olvidar los vicios que predominaron en un pasado?. Por desgracia, numerosas encuestas afirman que solo un 15 % de la población deja de fumar, acudiendo a médicos para que le ayuden.

Olvidar no es tán facil, y menos si forma parte de tí. 

Llegados a este punto de vista, vemos que, aunque algunas veces le echemos mucho empeño en olvidar un vicio, no llegamos a ese resultado deseado que esperamos. Debemos dar todo lo que tenemos, si de verdad nos importa olvidar, en hacer hincapié en no acordarnos de lo que nos hacía daño en el pasado y ver nuestro futuro limpio de vicios.
Y, terminando esta entrada, me gustaría deciros que debéis creer en vosotros, que nada es imposible, que con el esfuerzo todo se consigue, y que todo, al final de la meta, tiene su recompensa.